sábado, 14 de julio de 2012

TN1.

Es verdad.
No ha sido el mejor año de mi vida, ni muchísimo menos. Al menos, no en este ámbito.
No deseaba con todas mis fuerzas que fuera viernes, no tenía ganas de meterme en una clase, no quería ni siquiera acercarme al colegio... Y muchas veces (quizás demasiadas) he hecho caso a ese pensamiento negativo, y he buscado todas las escusas necesarias para no ir. Y no he ido.
No sé si ha sido falta de motivación, de ganas, de fuerzas o de qué exactamente.
No sé quién ha sido el culpable si es que ha habido alguno en toda esta historia.
Solo sé que así ha sido mi año, y que ya no lo puedo cambiar.
Pero entonces llega ese fin de semana de mayo, en el que me dicen la fecha, el sitio y los compañeros que tendré en esa semana de julio tan esperada por los niños. Aun así... Mis ganas me siguen fallando, lo veo de lejos y digo... No. No me apetece.
Y, aún así, se confía en mí. Sin dudar, sin temblar ni una sola mano... Y me hacen coordinadora de un campamento. Una vivencia diferente, con muchas personitas a las que ayudar.
Y se me encomienda una misión especial, hablar y escuchar. Ser oídos, manos y todo lo que "mis locas" necesitaran.
Y justo siete días antes todo se desvanece. Todo se rompe...
Mis niños estarán llegando ahora a Rota, al lugar donde, para mí, empezó todo de verdad. Al sitio que me hizo ser animadora de pies a cabeza en 2010.
Y yo estoy aquí, sentada en mi sofá, con mi pierna izquierda apoyada en un cojín, y necesitando dos muletas incluso para ir al servicio.

No sé si pensar si esto es una señal, o es que el destino se está riendo de mí...
Pero esto no es lo que yo tenía planeado para el verano en el que acabara la carrera...

No hay comentarios:

Publicar un comentario