No sé qué sentir cuando al planificar la semana que hay por delante, tengo que contar con que cualquier día de esos pueden empezar mis visitas al hospital. No sé qué sentir al pensar cómo va a estar él en una camilla de sábanas blancas mínimo 6 días. Y yo no puedo hacer nada.
No sé qué pensar de ti. En realidad, creo que no quiero pensar en ti. Borrón y cuenta nueva. Eso me decía siempre la seño Clara; habrá que hacerle caso.
No sé qué hacer en contra del ritmo frenético que ha cogido mi vida. Y quiero pararlo. Con todas mis fuerzas.
No sé qué voy a sentir un día sóla allí...
Quiero que las cosas vayan bien.
Quiero que salga el Sol, que deje de llover, que pueda salir a no hacer nada a la calle.
Quiero tiempo. Para mí. Y para ellos.
...Y lo que no quiero es seguir llorando.
No, no es un buen día.
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