jueves, 27 de enero de 2011

Descubrimiento.

Ayer en ese viajecito de vuelta, en ese coche, con esa música, con esa calefacción y sin esa conversación innecesaria me di cuenta de algo.

De que no por escribir un blog o un fotolog tengo la obligación de contar a nadie todo lo que me pasa o lo que hago. De que todo el mundo tiene derecho a tener algo de vida privada.

No creo que sea una incoherencia escribir esto precisamente en un sitio público.

Yo sólo digo que todo el mundo tiene secretos. No secretos que tenga que esconder por miedo o por culpabilidad sobre algo, no. Secretos por la simple necesidad de tenerlos. Porque puede que las cosas que pasan pierdan interés o emoción si todo el mundo lo sabe.

¿No crees que es mejor perderse y, simplemente, vivir lo que te toque sin tener que dar explicaciones? Es más fácil pedir perdón que permiso. Y yo no quiero tener que pedir ninguna de las dos cosas.

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